lunes, 4 de junio de 2012

Del amor y otros demonios

Reporte Autor: Gabriel García Márquez Titulo: “Del amor y otros demonios” Editorial: Diana Lugar: México D.F Ano: 2010 Página: 201 Un pero mordió a 4 personas 3 eran esclavos y negros y la otra fue Sierva María de Todos los Ángeles hija del marqués de Casalduero. Era asunto de todos los días que los Perros sin dueño mordieran a alguien. La herida de Sierva María apenas si alcanzaba a notársele en el tobillo izquierdo. Bernarda Cabrera madre de la niña había sido una mestiza brava, seductora, rapaz, parrandera. En pocos anos arrojaba bilis y el cuerpo se le volvió hinchado como el de un muerto de tres días y despedía ventosidades explosivas que asustaban a los mastines. Don Ygnacio de Casalduero y señor del Darién era un hombre fúnebre de la cara amarga y de una palidez de lirio por la sangría que le hacían los murciélagos durante el sueño. Dominga de adviento, una negra de ley que gobernó la casa con puno de fierro hasta la víspera de su muerte, era ella quien había creado a Sierva María. Era la única que podía decidir para mediar entre el marqués y su esposa y los dos la complacían. Sierva María bailaba con más gracia y mas brío que los africanos de nación, cantaba voces distintas de las suyas en las diversas lenguas de África. Por orden de Dominga de Adviento las esclavas le pintaban la cara con negro de humo, le colgaron collares de santería sobre el escapulario del bautismo y le cuidaban la cabellera que nunca le cortaron. Dos días después de la fiesta, por descuido, la criada le conto a Bernarda que a Sierva María la había mordido un perro. No eran pocos ni triviales los casos del mal de rabia en la historia de la ciudad. Bernarda Cabrera pensaba que hasta un simple mordisco de perro podía causar un daño a la honra de la familia. Tan segura estaba de sus razones que ni siquiera le menciono el asunto al marido. No volvió a saberse nada de los mordidos hasta principios de Enero cuando una india conocida como Sagunta toco a la puerta del marqués a la hora de la siesta. El marqués la recibió de mala gana: Sagunta le dijo “Estamos amenazados por una peste del mal de rabia” “No veo el porqué de una peste” dijo el marqués. “De todos modos, no sé que tenga yo que ver con eso” dijo el marqués. El marqués le dijo “Si asi fuera, yo habría sido el primero en saberlo” Dio la visita por terminado y fue a completar la siesta. Esa tarde busco a Sierva María y le pregunto si era verdad que la había mordido un perro, ella contesto que no sin la menor duda. Pero Bernarda se lo confirmo esa noche. El martes fue al hospital del Amor de Dios, en el cerro de San Lázaro para ver el arrabiado de que le hablo Sagunta. Era un mulato viejo, estaba ya paralizado de medio cuerpo. Su relato no dejaba dudas de que lo había mordido el mismo perro que mordió a Sierva María. Cuando volvía de la ciudad por la cornisa encontró al licenciado Abrenuncio de Sa Pereira Cao, médico de la ciudad. Su caballo no resistió de bajada la misma cuesta que había subido al trote y se le reventó el corazón. “Es como si se me hubiera muerto la mitad del cuerpo” dijo Abrenuncio. El marqués le ordeno a que recogiera el caballo muerto en el cerro de San Lázaro y lo enterrara en tierras sagradas y que le mandaría al mejor caballo de su establo. Una noche Bernarda dejo de esperar a Judas y durmió con sayuela y puso la tranca en la puerta, el se metió por la ventana. Sintió el follaje del cuerpo encima de ella y él le roncaba en el oído “Puta”. Desde esa noche supo Bernarda que no quería hacer nada más de por vida. Una noche Dominga de Adviento entro en su dormitorio a la hora de la siesta creyendo que Bernarda estaba en el trapiche y los sorprendió en pelotas haciendo el amor. “No te quedes como muerta” grito Bernarda “O te vas, o te revuelcas aquí con nosotros.” Dominga de Adviento se fue con un portazo que le sonó a Bernarda como una bofetada. Lo primero que hizo el marqués fue devolverle a la niña el dormitorio de su abuela la marquesa de donde Bernarda la había sacado para que durmiera con los esclavos. A la primera noche, cuando la casa estaba ya en orden por primera vez desde la muerte de Dominga de Adviento, encontró a Sierva María en la barranca de las esclavas, entre media docena de jovenes negras. Las despertó a todas para impartir las normas del nuevo gobierno. “Desde esta fecha la niña vive en la casa” El marqués indago que quien acompañaba a Sierva María cuando la mordió el perro. Caridad del cobre se identifico tiritando de miedo. El marqués la tranquilizo “Encárgate de ella como si fueras Dominga de Adviento” A las siete de la mañana, después de enjaular a los perros el marqués fue a casa de Abrenuncio. Le dijo que su caballo había sido enterrado en tierras sagradas. El marqués le confesó a Abrenuncio que el perro había mordido a Sierva María. Y Abrenuncio le dijo que ya lo sabia. El maques le pidió a Abrenuncio que revisara a Sierva María y no se negó. La niña se sometió sin remilgos a una exploración minuciosa de su cuerpo. Solo se puso tensa cuando el médico encontró la cicatriz ínfima en el tobillo. Abrenuncio dijo ¿Te caíste? La niña afirmo sin pestañear “Del columpio” Lo mas probable es que Sierva María no contrajera la rabia.

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